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A comienzos de 2014, Nabi, de 8 años, dejó de jugar como hacía todas las tardes para revelarle a su familia que hacía tres años que sufría abusos. A los 5 años Nabi iba al jardín como el resto de los nenes y nenas, se había hecho una amiga, vecina del barrio, con la que compartía muchas tardes de juegos. Un día todo cambió. Roberto Juan Aquilino, el papá de su amiga, comenzó a abusar sexualmente de ella mientras jugaban.

“Mi hermana describió cinco situaciones diferentes y lugares en las que fue abusada por la misma persona. Incluso, en alguno de los abusos que padeció, ella contó que hubo participación de otros menores también”, así relata lo sucedido su hermano.

Rápidamente la familia radicó la denuncia y comenzaron este largo camino de lucha. La causa fue caratulada por el delito de abuso sexual con corrupción de menores doblemente ultrajante para la víctima.

En ningún momento Aquilino dejó de cumplir funciones, ni fue separado de su cargo. Al mismo tiempo, la familia de Nabi comenzó a padecer una seguidilla de hostigamientos, desde insultos y discusiones hasta una balacera en la puerta de su casa. A raíz de esto tuvieron que mudarse en repetidas oportunidades.

La intención de estos amedrentamientos era clara: querían que desistan de la denuncia y llamar al olvido todo lo que la niña había sufrido. Por el contrario, familiares y personas cercanas a Nabi movieron cielo y tierra para que el abusador termine tras las rejas.

Luego de tres años de pericias, declaraciones y espera, finalmente se llegó a juicio oral -tiempo poco frecuente en ese tipo de delitos-.
El proceso de declaraciones y alegatos duró dos días. El fiscal Gabriel Sotelo pidió 10 años para Aquilino, y la familia de Nabi pidió 15 años.
Abajo en la calle las bocinas no pararon de sonar en todo el juicio.

Distintas organizaciones del campo popular se hicieron presentes para acompañar a la familia y pelear juntas por una condena acorde a las aberraciones cometidas por el abusador.
La familia, gracias a la organización y la lucha, logró arrebatarle al Estado la condena a 5 años de prisión efectiva.

El día de la sentencia, tanto el abogado del abusador como Aquilino no se presentaron a la lectura. El juez Marcos Lizza decidió prolongar la lectura a una tercera instancia, pudiendo haber dictado la detención de Aquilino el mismo día de los alegatos y hacer la lectura allí mismo para cumplir con la prisión efectiva. Pero no.
Y esa prórroga le dio a Roberto Juan Aquilino suficiente tiempo para fugarse.

Desde el lunes pasado tampoco aparece en su domicilio, y recién el viernes, a las 5 de la mañana y tras 17 horas de conocida la sentencia, se realizó un allanamiento en su última vivienda. La familia de Nabi junto con las organizaciones que acompañan la causa efectúan una intensa búsqueda sobre el paradero de este abusador de niños y niñas.

El Estado y su justicia patriarcal responde nuevamente revictimizando a las personas que sufren abusos y violencias. Hoy Aquilino se encuentra prófugo porque nunca se atendió a la posibilidad de su fuga ni se tuvieron en cuenta las constantes amenazas que la familia viene sufriendo desde que denunciaron el hecho.

Si lo ve o se entera de algo, no avise a la policía.

Avise a CORREPI.

 

ACLARACIÓN:
Por una cuestión de seguridad y preservación de la víctima, reemplazamos su identidad por el pseudónimo “Nabi”. El resto de los datos plasmados en la nota son literales.

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