Lectura: 2 min.

El 25 de septiembre de 2010, Walter y Lean, dos pibes que se criaron en Villa Fiorito (Lomas de Zamora), fueron fusilados por Maximiliano Germán Ledezma, que en ese momento cumplía funciones como custodio presidencial.

La versión oficial relataba que Ledezma, por “el miedo de ver en peligro su vida” ante tres peligrosos delincuentes armados, disparó en su “legítima defensa”. Desde los medios masivos de comunicación, que ofician de voceros del “uno menos”, se sostuvo acríticamente esta versión, desmentida por los cuatro hechos.

Los vecinos de Fiorito, en cambio, no dudaron en presentarse ante el tribunal oral para contar cómo, al identificarse Ledezma como policía y apuntarlos, los chicos salieron corriendo “como alma que lleva el diablo” –en palabras de uno de los puesteros de la cuadra. Ledezma disparó hasta vaciar el cargador. Siete de las balas hicieron blanco, cuatro en la espalda de Walter y tres en la de Leandro.

Sabemos, desde nuestra militancia antirrepresiva, que el uso de la “legítima defensa” es el habitual argumento vacío que viene a salvaguardar la impunidad con la que las fuerzas represivas se manejan en los barrios populares.

Aunque la lucha organizada de las madres y militantes logró que llegáramos a juicio oral en mayo de 2013, el Tribunal Oral n° 3 de Lomas de Zamora avaló la versión del policía federal, y lo absolvió con el argumento de que “pudo legítimamente haber creído que estaban armados”.

En junio de 2014, logramos que la Cámara de Casación revisara la sentencia, condenara a Maximiliano Ledezma por el delito de homicidio simple y ordenara un nuevo juicio, para imponer la pena. Naturalmente la defensa apeló a la Suprema Corte provincial, que hace apenas un mes rechazó el planteo, poniéndonos un poco más cerca del nuevo juicio y de la condena efectiva.

Hoy Walter y Lean, que junto con Jorge “Chaco” González y Matías Barzola son algunos de los pibes que las fuerzas represivas nos arrebataron en Villa Fiorito, están más presentes que nunca, porque la realidad del barrio sigue siendo la del hostigamiento cada vez más marcado, con uniformes de diferentes colores, hacia los pibes y pibas.

No dejamos de recordarlos, ni dejamos de luchar contra la represión creciente en los barrios, hoy profundizada de la mano del gobierno de Cambiemos, que multiplica la militarización de las calles y la persecución sistemática a los más jóvenes y los más pobres.

Contra la represión ¡organización y lucha!
Basta de gatillo fácil – Basta de represión.

Comments

comments

COMPARTIR
Artículo anterior100 días sin Gonzalo
Artículo siguienteTres años sin los 43