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Este año viajamos por segunda vez al Encuentro Nacional de Mujeres, como resultado del compromiso asumido por nuestra organización en la tarea de repensar y deconstruir nuestras propias prácticas, y profundizar los niveles de análisis que nos permitan dar cuenta de cómo el Estado descarga la represión también sobre las mujeres y disidencias sexuales, oprimiendo nuestros cuerpos y nuestras vidas. En ese sentido, entendemos al ENM como una herramienta fundamental, a través de la cual buscamos no solo desarmar la complejidad del sistema patriarcal y capitalista, sino también para reafirmar nuestra lucha antirrepresiva desde una perspectiva antipatriarcal, como una responsabilidad histórica.

Nuestro Archivo de Casos da cuenta de que una de cada cinco mujeres víctima de un femicidio es, a la vez, víctima del aparato represivo estatal. El 20% de los femicidas son miembros de las fuerzas de seguridad. A su vez, del total de asesinatos estatales registrados desde 1983 en el Archivo, excluyendo las muertes en lugares de detención, que responden a otra lógica represiva, el 60% son femicidios, y la mayoría de los casos de niños y niñas menores de 12 años corresponden a femicidios relacionados.

Es que la represión estatal y la violencia patriarcal se imbrican y actúan de conjunto como herramientas de control social, con el fin de garantizar la explotación y la opresión.

La impunidad con que se mueven las redes de trata solo es posible con la complicidad del Estado, el poder judicial y la participación de la policía, que permiten que desaparezcan jóvenes cada vez con más frecuencia, cooptadas con fines de explotación sexual o narcotráfico. A su vez, la mayoría de personas trans y travestis de nuestro país han sido víctimas de graves actos de violencia y discriminación policial. En lo que va de 2017, las fuerzas represivas detuvieron arbitrariamente a más de 40 lesbianas en CABA. También, el Estado se encarga de disciplinar a quienes abortan, criminalizando a quienes lo practican y a lxs profesionales de salud y socorristas que garantizan este derecho, haciendo prevalecer sus intereses sobre nuestro derecho a vivir y decidir.

Porque vemos e identificamos el modo en que el Estado reprime a las mujeres y disidencias sexuales, es que sentimos la urgencia de derrotar el sistema patriarcal y organizarnos para dar pelea.

Porque creemos que la lucha antirrepresiva y antipatriarcal son una sola, para resistir al disciplinamiento aleccionador de las fuerzas represivas estatales, decimos:

¡CONTRA LA REPRESIÓN Y LA VIOLENCIA PATRIARCAL: ORGANIZACIÓN Y LUCHA!

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