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Los medios de comunicación locales, rápidamente reprodujeron la versión policial del intento de robo y enfrentamiento. “El tiroteo finalizó con la muerte de uno los chacales”, dijeron; y al mismo tiempo aclararon, como si esto significara una explicación suficiente, que Damián y su amigo Kevin, eran de Villa Los Álamos, y por lo tanto, peligrosos.

Lo que no se dijo en ningún lado es que eran dos pibes que se juntaron para ir a la cancha; que tuvieron la mala suerte de acercarse al auto equivocado, y que cuando estaban a dos metros, salió el dueño (el suboficial Navarro) y les apuntó. Es lógico que quisieran escapar. Y no hay nada más descriptivo en este tipo de situaciones, que aquello que demuestra el resultado: Damián cayó muerto a los pocos metros, con un disparo de arma reglamentaria que entró por la espalda. Sí, por la espalda. Y hablan de enfrentamiento.

Damián fue fusilado por ser joven y pobre. Por haber salido de su barrio y cruzarse con un policía que tiró sin preguntar. La misma institución, con las mismas balas, que mataron a Marcos Acuña, Carlos Ojeda, Santiago Santana, Kevin Amarilla David Vivas, Javier Alarcon y tantos otros pibes de por ahí cerca, que cayeron porque a los uniformados no les importa su vida. No pudieron elegir, ni ellos, ni su familia.

A un año de su asesinato, con la organización y la lucha de sus familiares, amigos y las organizaciones, seguimos en las calles denunciando y exigiendo justicia por Damián y por todos los pibes y pibas víctima de la represión estatal, para que esto se acabe de una vez, y para que los asesinos como Lucas Navarro no queden impunes.

¡BASTA DE GATILLO FÁCIL!

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