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El próximo sábado 17 de Noviembre volveremos una vez más a las calles junto a los putos, las maricas, las tortas, las travas, lxs trans y todas las disidencias sexuales y de género, a gritar bien fuerte que al closet y al calabozo no volvemos nunca más.

En la Argentina de Macri, donde rige un estado de excepción en los hechos (situación caracterizada por la suspensión de derechos y garantías del conjunto del pueblo y en particular de los sectores más vulnerados y expuestos a la represión y a la opresión), es más necesario salir a ocupar el espacio público demostrando que vamos a seguir defendiendo nuestras existencias y nuestros deseos enfrentando a este estado capitalista y patriarcal.

Hoy más que nunca vemos la imperiosa necesidad de retomar las experiencias de aquellxs compañerxs que desde hace 26 años salen de forma organizada a visibilizarse y a denunciar en las calles la vulneración de derechos que este colectivo sufre por parte del estado y en particular por parte de las fuerzas represivas. También vemos necesario volver a pensarnos desde una historia compartida en la que empezamos a recorrer un camino de lucha primero contra los edictos policiales y luego contra los códigos contravencionales y de faltas, que hoy siguen vigentes. Las últimas reformas en las distintas provincias de estos códigos, junto con el proyecto de reforma del código penal, constituyen una batería de herramientas para perseguir, reprimir y criminalizar a los sectores de la sociedad más violentados y oprimidos de los que las disidencias somos parte junto a lxs pibxs pobres de los barrios, lxs migrantes, lxs vendedorxs ambulantes, las trabajadoras sexuales y compañeras en situación de prostitución y lxs luchadorxs populares.

Este año CORREPI marcha con la Columna de Orgullo en Lucha, espacio en el que confluimos con compañerxs del colectivo disidente y organizaciones LGTBIQAP+ de DDHH y sociales para denunciar que el discurso y el marketing  gayfriendly de Cambiemos no es más que una lavada de cara para tapar el ajuste a la medida de las exigencias del FMI y el G20 y el cercenamiento de nuestros derechos y libertades que caracterizan el momento en que vivimos.

Hoy tenemos bien claro que el ajuste no pasa sin represión, y las disidencias sexuales y de género sabemos muy bien de qué se trata. Una muestra clara de esto fue el intento de meter en la reforma del Código Contravencional de Mendoza, un artículo que criminalizaba a las personas que viven con VIH (problemática que afecta, aunque no exclusivamente, a muchas de las compañeras travestis y trans, a los putos y a las maricas), apenas a unas semanas de hacer desaparecer el Ministerio de Salud y recortar brutalmente el presupuesto de la Dirección de SIDA e ITS.

Otra muestra de que represión y vulneración de derechos están íntimamente ligadas es  la continuidad de la persecución policial a las compañeras travas y trans, mientras se les niega el derecho a la salud, la educación y al cupo laboral al no tratarse los proyectos de ley presentados con estas demandas o no implementarse las leyes ya vigentes y mientras en lo que va del año se registraron 63 travesticidios y transfemicidios.

Este año salimos con la fuerza que nos dió ganar en la calle justicia por el travesticidio de Diana Sacayán, y con la fuerza que nos da seguir luchando por la absolución de Higui y Joe Lemonge (procesadxs por defenderse) y de Mariana Gómez, detenida arbitrariamente por la policía y luego llevada a juicio con una causa armada, por el simple hecho de besarse con su esposa.

Este año marchamos con las banderas de Lohana, Diana, Maite Amaya, los hermanos Jáuregui y tantxs otrxs compañerxs con los que compartimos las calles y las puertas de comisarías desde hace más de veinticinco años, y con la firme convicción de que al ajuste y a la represión le vamos a seguir oponiendo UNIDAD, ORGANIZACIÓN, ORGULLO Y LUCHA. 

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