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Carlitos Abregú tenía 17 años cuando él y su amigo Emanuel Ojeda se cruzaron, el 17 de marzo de 2013, con las balas estatales. El arma lo empuñaba Aníbal Alejandro Aguirrez Manzur, agente de la PFA, que les disparó por la espalda en complicidad con los oficiales Segovia y Olguín.

Emanuel falleció en el momento. Carlitos la peleó por dos meses y 17 días, hasta que murió en el hospital de Moreno. Todo ese tiempo, a pesar de que no estaba consciente, lo tuvieron esposado y rodeado de policías bonaerenses, porque, claro, para la fiscalía él era el “imputado”, el policía era la “víctima”, y el delito que se investigaba era una tentativa de robo.

Pero Carlos y Gloria, los padres de Carlitos, no aceptaron esa verdad impuesta a fuerza de versión policial, se acercaron a CORREPI, se organizaron y dieron pelea hasta que lograron que el policía federal fuera detenido, y luego llevado a juicio. El 22 de septiembre de 2016, el policía Aguirrez Manzur fue condenado a 20 años de prisión por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 4 de Mercedes. La sentencia ya fue confirmada por el Tribunal de Casación bonaerense, y el asesino está cumpliendo la condena, que aunque es menor a la que le correspondía, de perpetua por ser un homicidio cometido por un miembro de una fuerza de seguridad, fue un triunfo de esa lucha organizada.

El viernes pasado, en Plaza de Mayo, no sólo Carlos y Gloria estaban entre la militancia de familiares en CORREPI mientras presentábamos el informe actualizado del Archivo de Casos. También estaba Micaela, su hermanita hoy adolescente, que acompañó a sus padres en la lucha y hoy es su protagonista. Y Ciro, el hermanito que Carlitos no llegó a conocer, nacido en plena batalla contra la impunidad.

Carlos y Gloria transformaron el dolor en lucha y cada día visibilizan al responsable del fusilamiento de su hijo: el estado.

“Quisiera que este día no exista, que todo esto nunca hubiese pasado, pero no es así, lamentablemente ocurrió y tuvimos que seguir adelante no solo por la memoria de mi hijo, sino para que no haya más casos de gatillo fácil, para que el estado represor deje de matar a nuestrxs pibes de barrio por el solo hecho de ser pobres”, en palabras de Gloria.

Y el viernes, durante el acto, escuchamos su voz junto a otrxs familiares en el escenario: “Dicen que la juventud es el futuro, y sin embargo los están exterminando”.

La lucha continúa, por Carlitos, por Emanuel y por lxs más de 6.500 pibes asesinadxs por el aparato represivo del estado.

¡Basta de gatillo fácil! ¡Carlitos y Emanuel Presentes!

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