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Hoy se cumplen dos años de aquel 15 de julio de 2017, cuando recibimos la noticia de que Cristian “Paragüita” Toledo había sido fusilado por la policía.

Cristian vivía en la villa 21-24 y tenía 25 años. La madrugada de ese día, volvía a su casa en auto con dos amigos. En ese trayecto, a tan solo dos cuadras de su casa, él y sus amigos, Dani y Carlitos, se cruzaron con el bombero de la policía de la ciudad Adrián Gustavo Otero. A raíz de una discusión de tránsito, Otero comenzó a perseguir a los pibes y a dispararles con su arma reglamentaria. El policía disparó al menos ocho veces contra ellos, a corta distancia del auto. Una de esas balas mató a Cristian, mientras que sus dos amigos sobrevivieron sólo por casualidad, a pesar que Otero les disparó a la cabeza.  

A los pocos meses, el policía de la Ciudad fue procesado por homicidio calificado por su condición de policía por el fusilamiento de Paragüita, y por la tentativa de homicidio de los otros dos pibes. En enero de 2018, recibimos la notificación de la elevación a juicio de la causa. 

Gracias a la organización y la lucha, logramos sentar por primera vez en el banquillo de los acusados a un miembro de la fuerza de seguridad creada por el gobierno de Cambiemos a partir de la fusión entre la policía federal y la metropolitana. Esta “nueva” fuerza era presentada por Larreta y sus aliados como más eficaz, transparente y profesional. En sus primeros 22 meses de existencia registró más de 30 casos de gatillo fácil, demostrando una vez más que los cambios de nombres y colores de uniformes no pueden ocultar la función de la policía: el control social y disciplinar a la clase trabajadora.

El 23 de octubre, Otero se convirtió en el primer miembro de esa fuerza condenado a cadena perpetua por homicidio calificado, en un fallo que desmintió de manera contundente los dichos del jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, quien poco tiempo antes había afirmado que la policía de la Ciudad no había cometido homicidios por gatillo fácil. El tribunal no solo reconoció el homicidio, sino que también reconoció la responsabilidad del estado, por tratarse de un fusilamiento por parte de un miembro de las fuerzas represivas. La condena que logramos arrancarle al estado, a fuerza de lucha y organización codo a codo con familiares y amigxs de Cristian, significó un fallo histórico en pleno avance del estado de excepción impuesto por el gobierno de Macri, Bullrich y compañía.

El caso del fusilamiento de Paragüita se dio en el contexto del recrudecimiento de las políticas represivas del estado por parte del gobierno de Cambiemos, que ha dejado más claro que nunca, que el gatillo fácil es una política de estado, destinada a disciplinar y doblegar a lxs oprimidxs para acallar sus voces. En ese marco, la condena a Otero significó una prueba de lo que siempre ha sostenido CORREPI: la única forma de hacerle frente a la represión es la lucha y la organización del campo popular en unidad de acción, para  hacer resonar esas voces que el estado pretende silenciar. Es necesario continuar en ese camino y levantar la bandera de Cristian y de los más de 6500 pibxs asesinados por el aparato represivo estatal, mantener viva su memoria y seguir exigiendo justicia. Por eso, a dos años de su asesinato seguimos diciendo: 

CRISTIAN “PARAGÜITA” TOLEDO

¡PRESENTE! ¡AHORA Y SIEMPRE!

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