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El 14 de marzo de 2019 se cumplió el décimo aniversario de la muerte de Luis Alberto Bolaño. Su mamá y su hermana Patricia comparten las cartas que reproducimos a continuación:

“Hola. Soy la mamá de Luis Bolaño. Bueno, voy a contar cómo era mi hijo. Luis era un chico discapacitado y era una persona muy buena que no tenía nada; era muy amable con toda la gente, querido por todos, respetuoso con todos, y voluntarioso con la gente. Toda la gente lo quería porque no tenía nada y se daba con todos. Hijo mío, te fuiste y me dejaste con todo mi dolor pero yo sé que de allá vos me cuidás y me das fuerzas para luchar. No voy a bajar los brazos nunca. Mientras ese hijo de puta está trabajando, vos no estás más. Lo va a pagar. Juan Pablo Rodríguez, asesino hijo de puta.
Hijo, te extraño mucho y te amamos toda tu familia; ¡Luis presente!
Te quiero hijo mío”.


“Hola, soy la hermana de Luisito. Mi hermano era discapacitado y un hijo de puta me lo mató y me arruinó la vida. Hermano, no voy a bajar los brazos, dame fuerzas para seguir luchando. Yo sé que vos eras un pibe sano y fuerte; a pesar que tenías dificultades para caminar y para hablar eras fuerte y siempre vas a estar en mi corazón. No me olvido cómo vos eras conmigo y la familia, cariñoso y jodón. Cómo me gustaría que estés acá conmigo, y mamá, y la familia. No tengo palabra para decir la falta que hacés, hermano. Te quiero mucho. Te amo con todo mi corazón”.


Cuando Juan Pablo Rodríguez, el asesino de Luis, decidió apretar el gatillo la madrugada del 14 de marzo de 2009 probablemente sintió –quizás sin saberlo– en la punta de su mano el poder que da la impunidad.
Luis Alberto Bolaño nació en el seno de una humilde familia en la localidad de Grand Bourg, Malvinas Argentinas. A causa de problemas nutricionales, tanto en el embarazo como en la niñez, sufría de un retraso madurativo significativo y una atrofia severa en una pierna y en un brazo con mano “en garra”. Para ganarse la vida y poder colaborar con un plato de comida en su casa vendía estampitas en la estación del tren. A los 27 años, el 13 de marzo de 2009, fue a un campeonato de penales que se realizaría en un predio compartido con la granja educativa municipal Yhuhuasi, cerca de su domicilio.
Juan Pablo Rodríguez, empleado de la empresa de seguridad privada “Clave Seguridad S.R.L”, contratada por el municipio para custodiar el predio, le disparó cinco veces porque lo tomó por un ladrón.
La familia Bolaño debió enfrentar intimidaciones, como el 3 de septiembre de 2011, antes de comenzar el juicio, cuando les tirotearon el frente de su vivienda al grito de: “Dejate de joder o te vamos a matar a toda la familia”.
A pesar de la evidencia de que Luisito no podía siquiera sujetar un arma con su mano incapacitada, sólo lo condenaron a dos años y medio de prisión en suspenso.
Hoy su familia sigue organizada y dispuesta a dar la única lucha posible, gritando:

Basta de gatillo fácil, basta de represión.

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