Marcelo Sepúlveda: tortura e impunidad en democracia

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Hace 7 años en Benavidez, partido de Tigre. Marcelo Sepúlveda fue torturado por agentes de la empresa de seguridad privada Securitas, del COT (Centro de Operaciones de Tigre) y la comisaría 4a.

Marcelo Sepúlveda, hijo de Gladys, tenía 26 años y había llegado de La Pampa hacía poco más de un año. Su tío le consiguió un empleo en la fábrica Volkswagen, cargando y descargando neumáticos. Tenía el proyecto de abrir una verdulería junto a sus hermanos menores.

Pero ese proyecto nunca lo pudo cumplir, porque en la madrugada del 9 de enero de 2012 Marcelo, para escapar una persona que lo perseguía, se refugió en un galpón en medio de un predio descampado.

El terreno había sido recientemente comprado por una empresa que contrató vigilancia de la agencia de seguridad privada Securitas hasta que comenzaran las obras de demolición y construcción.
El vigilador Carlos Alberto Maidana escuchó los gritos de ayuda de Marcelo, pero en lugar de asistirlo llamó a su supervisor y a la policía.

Apenas llegaron oficiales del COT y de la comisaria 4a. de Benavídez, con ayuda de Maidana golpearon a Marcelo y lo subieron casi inconsciente a la caja del patrullero, y partieron hacia la comisaría. A las pocas cuadras Marcelo había muerto, con su corazón extenuado como consecuencia del apaleamiento.

Apenas dos semanas después, mientras Gladys y su hija Alejandra, ya en Buenos Aires, empezaban a buscar cómo organizar su dolor y su bronca, el primo de Marcelo, Jon Camafreitas, fue fusilado de un tiró en la sien, en el barrio porteño de Balvanera, por el policía federal Martín Alexis Naredo.

Delia, la mamá de Jon, junto a Gladys, Alejandra y toda su extensa familia, sumaron su dolor y multiplicaron la lucha. Organizadas en CORREPI, enfrentaron amenazas y hostigamiento, como el 17 de marzo de 2012, cuando efectivos de la comisaria 8a. de la PFA, la misma a la que pertenecía el asesino de Jon, reprimieron y detuvieron a familiares de los dos pibxs.

A pesar de todos los esfuerzos, la muerte de Marcelo Sepúlveda quedó impune, con una confusa explicación forense que nunca explicó la causa de la muerte.

El caso de Jon, en cambio, llegó a juicio oral y el 4 de septiembre de 2014 el policía asesino fue condenado a prisión perpetua. El mismo día, al amparo de la justicia clasista que lo mantuvo en libertad y le dió autorización para retirarse de los tribunales, se profugó.

Dos años después, se presentó voluntariamente, con una carta dirigida aPatricia Bullrich, en la que decía “Confío en esta ministra y en este presidente”.

A 7 años del asesinato de Marcelo Sepúlveda, y mientras esperamos que la Cámara de Casación confirme la condena por su primo Jon, lo recordamos a él y a todxs lxs asesinadxs por el aparato represivo del estado.

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