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Enfrentamos en estos cuatro años un escenario de excepción, con record absoluto de muertes por el gatillo fácil y la tortura en democracia y el mayor índice de la historia en detenciones arbitrarias. En las calles, debimos enfrentar operativos con un despliegue bélico cada vez más marcado, con decenas de heridos de arma de fuego en las movilizaciones, con presas y presos políticos, y centenares de nuevas causas con imputaciones gravísimas contra manifestantes. Cambiemos nos deja un aparato de seguridad recargado, con las picanas Taser y la doctrina Chocobar, consagrada en la resolución 956/2018 e incluida en el proyecto de reforma del código penal; con nuestros pibes y pibas arrojados al “servicio cívico voluntario en valores” de gendarmería; con el sistema de reconocimiento facial y la resolución 845/2019 que masifican la intercepción, identificación y detención de personas en los medios de transporte; con el hostigamiento y persecución constante a migrantes y a quienes sobreviven con tareas precarias en la vía pública.

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