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El 1º de octubre del año pasado, en Villa Crespo, tres policías de la Ciudad, Claudia Alejandra Beatriz Manzanelli, Daniela Isabel López y Darí hao Ramón Pérez, rodearon a Claudio Romano, remisero de 39 años que estaba ya herido, caído en el piso e incapacitado para levantarse, y le dispararon con su sarmas reglamentarias hasta matarlo.
Las imágenes captadas por las cámaras de la cuadra de la calle Malabia al 900 no dejan espacio para la duda ni el debate. Claudio estacionó su auto, en doble fila, detrás de un patrullero. Por razones que no conocemos, se bajó y se dirigió a la ventanilla del móvil policial. Tenía algunas heridas superficiales de arma blanca en el abdomen y las muñecas, cuyo origen tampoco conocemos. Lo que sí sabemos, porque está filmado, es que Claudio introdujo su brazo derecho, en el que tenía una navaja tipo “kerambit”, por la ventanilla del patrullero, y realizó un movimiento, para de inmediato correr rodeando la tropa del auto. El policía Pérez, que estaba al volante del patrullero, tuvo una lesión también superficial en el cuello. En ese instante, sonaron dos disparos, uno de Pérez, otro de su acompañante, la oficial Manzanelli, que impactáron en la ventanilla del lado derecho del patrullero. Manzanelli bajó del auto y realizó un tercer disparo, que pegó de lleno en el muslo izquierdo de Claudio, que cayó al piso y permaneció inmóvil casi un minuto completo. En ese lapso, los dos policía, más la oficial López, que estaba en la vereda, lo miraron, se alejaron y usaron sus celulares. Luego, rodearon a Claudio, que seguía tendido en el piso. Cuando apoyó el codo en el piso e intentó levantar apenas el torso, el oficial Pérez le pateó la cara con tremenda fuerza, con lo que volvió a caer del lado izquierdo. Cuando intentó nuevamente sentarse, rodeado por los policías, los tres dispararon sobre Claudio, que apenas hizo unos movimientos espasmódicos entre disparo y disparo. La navaja estaba ya lejos de su cuerpo. Los disparos sólo cesaron cuando era evidente que estaba muerto.
Las contundentes imágenes, sumadas a la reconstrucción de la cantidad y autoría de los disparos que permitieron la autopsia y las pericias, permitieron que sin mucha demora se ordenara el procesamiento de los tres policías de la Ciudad por homicidio calificado, con una expectativa de prisión perpetua para los funcionarios. A pesar de eso, incluso contra la opinión de la jueza que instruyó la causa, la cámara de apelaciones les dio el beneficio -privilegio es más exacto- de la excarcelación durante el proceso. Para fin del año pasado, la causa ya estaba elevada al tribunal oral que realizará el debate, y antes del inicio de la cuarentena nuestra querella, en representación de la familia de Claudio, ya había ofrecido la prueba que utilizaremos en el juicio.
Poco después, a raíz de una presentación electrónica realizada por la defensa de los policías, nos enteramos, y denunciamos públicamente, que, a pesar de estar enfrentando un juicio por homicidio calificado, delito sancionado con prisión perpetua, los policías Pérez, López y Manzanelli no han sido separados de la fuerza, sino que continúan en funciones. Aunque, claro está, ante la difusión de la noticia, desde el GCBA “aclararon” que no están en tareas que impliquen contacto con personas. Traducido, están a resguardo de que los reconozcan y escrachen, pero siguen en actividad y cobrando a fin de mes.
Después de la histórica condena a prisión perpetua al policía de la Ciudad Adrián Otero por el fusilamiento de Cristian “Paragüita” Toledo, dictada en octubre de 2018 por el hecho ocurrido poco más de un año antes, éste es el siguiente juicio oral por un caso de gatillo fácil contra la Policía de la Ciudad. Apenas si dos de los casi 90 hechos semejantes protagonizados por la que dirige y defiende el Gobierno de la Ciudad Horacio Rodríguez Larreta. Cuando decimos “defiende”, no es un giro retórico, es un simple y contundente hecho. Los tres policías que fusilaron a Claudio no se vieron en la disyuntiva de cualquier persona sometida a proceso, puesta a elegir entre una defensa oficial saturada de causas o una particular, de altísimo costo material. Tienen defensa particular, pero no la pagan: sus defensores son los abogados de la División Asuntos Penales de la Policía de la Ciudad.
Abogados que llegaron a simular una “pericia” de la policía científica de la misma fuerza, obviamente excluida de toda intervención en la causa, lo que valió que radicáramos una denuncia contra los funcionarios responsables de usar en provecho de tres imputados por homicidio calificado los recursos que la Ciudad dice que no tiene para afrontar las ingentes necesidades sobrevenidas por la pandemia.
Hoy, a un año del asesinato de Claudio, abrazamos a su papá Ramón, a sus hermanos y a su compañera Lucía, y exigimos juicio y castigo.
¡Basta de gatillo fácil! ¡Perpetua a los policías asesinos de Claudio!

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