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La masacre de Trelew fue uno de los hecho inaugurales del terrorismo de estado de la década del ‘70.  El 15 de agosto de 1972 se produjo la fuga de un grupo de presos y presas políticxs de la cárcel de Rawson. A pesar de la larga y cuidadosa preparación, con apoyo del resto de las demás personas detenidas y la organización externa, se produjo una demora en el transporte hasta el aeropuerto, al que sólo lograron llegar a tiempo para subir al avión que los conduciría a Chile seis compañeros. Mario Roberto Santucho y Enrique Gorriarán Melo (PRT-ERP), Fernando Vaca Narvaja y Roberto Quieto (Montoneros) y Marcos Osatinsky y Domingo Mena (FAR) llegaron a Santiago de Chile, desde donde el presidente Salvador Allende, a pesar de las presiones sobre su gobierno, les dio salvoconducto para viajar a Cuba.

Diecinueve compañeros y compañeras, que llegaron tarde al aeropuerto de Trelew, lo tomaron a la espera de abordar el siguiente avión que aterrizara, pero la Armada, alertada, ordenó el desvío de los siguientes vuelos. Así, tras una conferencia de prensa inmortalizada por el cineasta desaparecido  Raymundo Gleyzer en su documental Ni olvido ni perdón, pactaron su entrega. El mismo día el dictador Lanusse prohibió la difusión de noticias sobre la fuga, por lo cual, dicha filmación pasó a ser uno de los pocos registros de la masacre.

Fueron conducidxs a la base Almirante Zar de la Armada, donde permanecieron encarceladxs en las peores condiciones mientras compañerxs de la Asociación Gremial de Abogados encabezadxs por Rodolfo Ortega Peña –que luego sería asesinado por la siguiente dictadura- intentaban garantizar sus vidas con sucesivos habeas corpus ante los juzgados. El 22 de agosto, a las 3:30 de la madrugada, los 19 compañerxs fueron sacados de sus celdas y fusiladxs. Trece compañerxs murieron en el acto y tres durante su traslado a Bahía Blanca: Alejandro Ulla (PRT-ERP), Alfredo Kohan (FAR), Ana María Villarreal de Santucho (PRT-ERP), Carlos Alberto del Rey (PRT-ERP), Carlos Astudillo (FAR), Clarisa Lea Place (PRT-ERP), Eduardo Capello (PRT-ERP), Humberto Suárez (PRT-ERP), Humberto Toschi (PRT-ERP), José Ricardo Mena (PRT-ERP), María Angélica Sabelli (FAR), Mariano Pujadas (Montoneros), Mario Emilio Delfino (PRT-ERP), Miguel Ángel Polti (PRT-ERP), Rubén Pedro Bonnet (PRT-ERP) y Susana Lesgart (Montoneros). Las tres personas que sobrevivieron fueron asesinadas o desaparecidas durante la última dictadura: Alberto Miguel Camps (FAR, asesinado en 1977), María Antonia Berger (FAR, desaparecida en 1979 y Ricardo René Haidar (Montoneros, desaparecido en 1982).

Tres de los principales responsables materiales (Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino) fueron condenados en 2012, en el mismo juicio en que fue absuelto el jefe de la base Almirante Zar, Rubén Norberto Paccagnini. Otro integrante de la Armada,  Roberto Guillermo Bravo acaba de ser condenado en EEUU, donde reside. Sin embargo, murieron impunes el presidente del régimen militar Alejandro Agustín Lanusse y su ministro del Interior, y el juez del “Camarón” Jorge V. Quiroga.

En este aniversario, 50 años después, es preciso recordar lo que escribió María Antonia Berger, ya herida, con su propia sangre LOMJE, ” libres o muertos, jamás esclavos“, y honrar no sólo la memoria de las y los compañerxs, sino también una importante lección que nos dejaron. Una fuga que parecía imposible, pudo realizarse con unidad entre las distintas organizaciones.

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