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Damián era un pibe de 16 años. Vivía en Ciudad Oculta con su mamá, su papá y sus hermanxs. Alegre y compañero, cantaba en la murga “Los delirantes de Mataderos”. Y como digno hijo de su barrio, era hincha de Chicago. Comenzaba el verano y Damián estaba contento porque había aprobado la materia que le faltaba para pasar de año. Hoy, su novia espera la llegada del hijo que quería ver crecer con él.

Hace seis meses, el 28 de diciembre de 2018, Damián fue fusilado por el sargento de la policía federal Hernán Marcelo Salvatore, que en ese momento estaba de civil y disparó trece veces con su arma reglamentaria, contra un pibe desarmado que escapaba sin poner en riesgo la vida de nadie. Aún con las heridas de balas de plomo, los policías involucrados se negaron a llevarlo inmediatamente al hospital. Tras un tiempo considerable de hemorragia, lo trasladaron en un patrullero sin darle lugar a una debida intervención de la ambulancia.

A pesar de que hay videos que dan cuenta del fusilamiento, la justicia decidió sobreseer a este sicario del estado asesino y justificar su accionar como legítima defensa: para esto se basó en que el primero de los trece tiros entró por el abdomen.

Hoy, este policía está libre y sigue en funciones gracias a la complicidad de jueces y fiscales que hacen uso del brazo armado del estado que, al día de hoy, mata a una persona cada 21 horas.  

Pero Ciudad Oculta no olvida. El barrio no olvida. Ni de la sonrisa de Damián ni del nombre de su asesino, Hernán Marcelo Salvatore, que nunca será bienvenido ni será perdonado.  

La lucha organizada de familiares, vecinxs, y organizaciones del barrio sigue más fuerte que nunca. A seis meses del fusilamiento de Damián Gómez, seguimos luchando por él y por las más de 6500 personas asesinadas por el aparato represivo del estado en democracia; contra la impunidad y el genocidio de nuestra clase. 

 ¡Basta de gatillo fácil!
¡A donde vayan los iremos a buscar!

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