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Diecisiete años después de su fusilamiento, hoy recordamos a Héctor Armando Otero. “Pule”, como le decían su familia y amigos, un joven de 28 años que se convirtió en blanco fácil del policía bonaerense Raúl Armando Smith.
El 13 de octubre de 2002, en Ciudad Evita, partido de La Matanza, Pule y otrxs vecinxs del barrio fueron a escrachar a un individuo denunciado como violador, que era amigo del bonaerense retirado. Obviamente el policía no dudó de qué lado ponerse. Un disparo de su arma hirió a un muchacho y otro mató a Pule.

La causa penal fue y vino, con varios intentos por consagrar la impunidad, hasta que, cuatro años después, el 16 de mayo de 2006, empezó el juicio ante el Tribunal Criminal nº 1 de La Matanza. Smith, para variar, cumplió la prisión preventiva en su domicilio, donde era visitado semanalmente por policías de la zona y de la jefatura departamental.

Una maniobra dilatoria de su defensa, tolerada con beneplácito por la justicia, provocó la suspensión del debate, que sólo se reanudó cinco años después, a fuerza de movilizaciones y reclamos encabezados por la familia, organizada en CORREPI.

Pero días antes de retomar el debate, la defensa del policía asesino y el fiscal acordaron un juicio abreviado con una pena de tres años en suspenso, a partir de recalificar el homicidio como un “exceso de la legítima defensa”. El nuevo tribunal homologó el acuerdo y ni siquiera hubo juicio.

El viernes 4 de octubre, en una charla en una escuela de La Matanza, pusimos en común su historia junto con la de otrxs pibes como Federico “Pochi” Barrios, fusilado el 23 de marzo de este año en la localidad de Virrey del Pino. La foto y la lucha por el “Pule”
sigue haciendo mella en las nuevas generaciones de militantes antirepresivos, para comprender las estratagemas y limitaciones del sistema judicial y la necesidad de redoblar la lucha por la conciencia y la organización.

Porque así como denunciamos la situación represiva actual, sostenemos la memoria del pasado, que ayuda a tener claridad de los tiempos por venir. El gobernador de entonces, Felipe Solá, uno de los principales responsables de los asesinatos de Maxi Kosteki y Darío Santillán, tiene también la responsabilidad política por la muerte del Pule y tantos otros casos de gatillo fácil en la provincia. Hoy, reciclado en el Frente de Todxs, se rumorea que sería canciller del gobierno de los Fernández.

La lucha por Pule y por todxs cobra relevancia para marcar la cancha y plantar bandera firme contra la represión estatal, e invita a redoblar la apuesta para fortalecer nuestra batalla cotidiana para construir conciencia popular, junto a compañeras como Sandra y Nancy Otero, hermanas del Pule, que siguen la lucha iniciada por su mamá, Olga Yñiguez, la primera en estar al pie del cañón en cada batalla contra la impunidad.

¡Héctor Armando “Pule” Otero presente!

¡Basta de gatillo fácil!

¡No a la doctrina Chocobar!

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