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Se cumplen hoy cuatro años desde aquel 29 de octubre de 2016 en el que el policía bonaerense Daniel Prieto fusiló por la espalda a Kevin Amarilla, un pibe de 16 años que vivía en el barrio Los Álamos, en la localidad de Ezpeleta, partido de Quilmes. Sus familiares y amigxs lo recuerdan como un pibe alegre, que siempre buscaba sacarles una sonrisa y nunca dudaba en dar una mano. 

Como siempre, los medios hegemónicos y las versiones oficiales no dudaron en criminalizar a Kevin y hacer pasar el episodio por un enfrentamiento, buscando garantizar la impunidad que protege a los asesinos de uniforme. Pero quienes estamos del lado opuesto, sabemos que Kevin, al igual que muchos otrxs pibxs de las barriadas populares del conurbano bonaerense y de todo el país, fue víctima de una política de estado que busca criminalizar, estigmatizar e infundir el miedo entre quienes viven en carne propia las injusticias a las que lxs expone un sistema basado en la desigualdad, que instala y ejecuta la pena de muerte en nuestros barrios a través del aparato represivo. Tan solo unos meses antes, el mismo Kevin había vivenciado de cerca este accionar de la policía, al atestiguar el fusilamiento de su amigo Damián Orué por parte del policía federal Lucas Navarro. 

Pero Sandra, la mamá de Kevin, al igual que muchxs otrxs familiares de víctimas del gatillo fácil, decidió no quedarse en silencio y se organizó en CORREPI para comenzar el camino de la búsqueda de justicia por su hijo y por todxs lxs pibxs asesinados por gatillo fácil. 

Gracias a la lucha organizada, logramos en noviembre del año pasado sentar en el banquillo de los acusados al policía asesino Prieto. Mientras que la defensa del policía buscó instalar la versión oficial como verdadera, desde CORREPI apuntamos a que se lo condene a prisión perpetua por su condición de miembro de las fuerzas de seguridad. A pesar de los intentos de la fiscalía y los defensores de Prieto, que esgrimieron una serie de argumentos a tono con la doctrina Bullrich, logramos arrancarle al tribunal oral nº 3 de Quilmes una condena, que, aunque magra e insuficiente (tres años por homicidio en exceso de la legítima defensa), fue significativa, viniendo de jueces y fiscales que siempre tuercen la balanza en defensa de los verdugos de nuestra clase.  

Hoy, al cumplirse un año más de su asesinato en manos del aparto represivo del estado, levantamos la bandera de Kevin, Marcos Acuña, Carlos Ojeda, Santiago Santana, David Vivas, Javier Alarcón, y de todxs lxs pibxs fusilados por la policía, y sostenemos que el único camino para enfrentar la impunidad de los verdugos del estado es la lucha popular organizada y en unidad de acción. 

KEVIN AMARILLA

¡PRESENTE! ¡AHORA y SIEMPRE!


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