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Ayer se conoció la noticia del fallecimiento de Carlos Reuteman, dos veces gobernador de Santa Fe y dos veces senador de la nación por la misma provincia, cargo que tuvo hasta el día de su muerte.

Desde los medios hegemónicos, pero también desde el poder político, de ambos lados de la grieta, se lo despidió con “profundo dolor’, se habló de “su humildad” y su “gran trabajo” en su provincia natal.

Pocos medios mencionaron su responsabilidad política en la represión de 2001, que dejó un saldo de 39 personas asesinadas en el país, de las que nueve fueron en Santa Fe. Como Claudio “Pocho” Lepratti, militante social asesinado por la policía mientras trabajaba en el comedor de la Escuela 756 José Serrano, en barrio Las Flores.

“Bajen las armas que acá sólo hay pibes comiendo”, fueron sus últimas palabras, que se replican en la canción compuesta por Luis Gurevich e interpretada por León Gieco. Su lucha sigue aún vigente. Su hermana, Celeste Lepratti, se expresó en redes sociales acerca de la muerte del ex gobernador: “Murió impune con la sangre de nuestros hermanos en sus manos, hoy más que nunca: ¡no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos!”

También fue, como gobernador, el principal responsable político -junto a su sucesor Jorge Obeid y el actual ministro de la Corte Horacio Rosatti- de la inundación del 29 de abril de 2003 en la ciudad de Santa Fe. Nuevamente, los medios hegemónicos, que incluso meses antes de la catástrofe advertían la inundación el aumento del caudal del Río Salado y la situación inconclusa de las necesarias obras de defensa, pendientes desde 1997, silenciaron a la 23 víctimas fatales directas oficialmente reconocidas ni las 160 denunciadas por vecinxs y organizaciones populares.

Ni hablar del altísimo índice de muertes por gatillo fácil y en lugares de detención durante ambas gestiones de gobierno de Reutemann, que sostuvieron la provincia a la cabeza de cantidad de casos en proporción a la población.

Cuando una figura política con sus manos manchadas con sangre muere impune, es nuestra obligación despertar la memoria para que sean nuestrxs muertxs y no los asesinxs lxs que descansen en paz.

“Pocho vive, la lucha sigue. La represión no puede ser la respuesta.”

Celeste Lepratti

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