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El paro feminista y movilización de este 8M fue un mojón más en el camino de la histórica lucha por nuestros derechos y reivindicaciones, pero estuvo signado por algunos elementos particulares.

Fue el 8 de Marzo en el marco de la pandemia, después de casi un año en el que los femicidios y otras situaciones de violencia machista y patriarcal se incrementaron notoriamente, mientras las medidas de aislamiento y disminución de la circulación de personas influyeron en un descenso de muchos delitos comunes. Es que, como sabemos, la casa es el lugar más peligroso para mujeres y disidencias violentadas.

Desde el inicio de la emergencia sanitaria se hizo evidente esa situación, y por eso redoblamos el reclamo por medidas efectivas de protección.
Los más recientes femicidios, como el de Úrsula, ponen en el centro del escenario lo insuficiente de las respuestas estatales (cuando las hay…) y en debido tiempo por parte de todas las agencias estatales involucradas frente a los pedidos de auxilio.

Del mismo modo, vemos a diario que aun en los temas en los que hubo algún avance normativo, como la Ley Micaela o la ESI, su implementación concreta está muy lejos de lo esperable. Por eso, en este primer 8M después del enorme triunfo que significó la sanción de la ley de aborto legal, seguro y gratuito, una de las consignas centrales fue el reclamo de su real implementación.

Desde nuestro lugar de organización antirrepresiva, destacamos también la gran incidencia de los integrantes de fuerzas de seguridad en la comisión de femicidios. Como lo muestran las conclusiones del Archivo 2020, uno de cada cinco femicidios en nuestro país es cometido por un uniformado. Es que cuando se cruzan la violencia machista y patriarcal con la violencia represiva, se potencian ambas. El 90% de esos femicidios de uniforme son cometidos con el arma reglamentaria. Por eso también exigimos que se prohíba la portación y uso del arma reglamentaria fuera de servicio.

En este 8M, con barbijos y a distancia, sin los abrazos ni el mate compartido a los que pronto esperamos volver, seguimos en las calles, para exigir políticas integrales reales frente a la violencia machista y patriarcal y los crímenes de odio, para reclamar la integración laboral travesti-trans y para seguir gritando que vivas, libres y desendeudadas nos queremos.

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