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Carlos Ezequiel Abregú nació el 14 de diciembre de 1995. Cuando lo fusilaron tenía 17 años. Vivía en el barrio Cascallares en el Partido de Moreno, creció bajo árboles y pájaros, que lo llevaban a soñar en libertad.

Su familia y amigos lo llamaban “Carlitos”. Era el hijo mayor de Gloria y Carlos, tenía 3 hermanos: Alejandra, Micaela y el pequeño Ciro; a quien no llegó a conocer. Estudiaba en el Colegio Nº 20 Florencio Molina Campos. Sus seres queridos recuerdan que no le gustaba estudiar, pero sabía que tenía que hacerlo. Por ello, le estaba poniendo energía en terminar la secundaria en el turno noche.

Junto a sus padres, trabajaba como vendedor en las plazas céntricas de Moreno. Era responsable y atento, especialmente con las personas mayores, ya que veía en ellas a su abuela Marta, que fue su segunda mamá.

Pese a que su padre lo soñaba como jugador de fútbol, a Carlitos no le llamaba la atención la pelota, sino que su pasión pasaba por otro lado: amaba los caballos. Tanto era ese sentir que sus padres le compraron primero un petiso y luego una yegua. Le encantaba salir a cabalgar por su barrio y dejaba de lado jugar con sus amigos, por el solo hecho de cuidar a sus caballos.

También practicó artes marciales y con el tiempo descubrió la pasión por las motos. Soñaba con ser corredor profesional sobre dos ruedas. Tanto era el tiempo que le dedicaba a ese sentir, que adquirió conocimientos técnicos para arreglar cualquier desperfecto técnico que surgiera en el motor.

Así como Carlitos pasaba sus días entre amigos, familia y lo que le gustaba hacer, es una historia que se repite en cada pibx, en la vida de lxs hijxs de la clase trabajadora. Pero el domingo 17 de marzo de 2013, en la zona del dique de Moreno, el agente de la PFA Anibal Alejandro Manzur, domiciliado en Merlo, y secundado por Segovia y Olguín, dos cómplices de la misma fuerza represiva, fusiló por la espalda a Carlitos Abregú y a Emanuel Ojeda con el arma reglamentaria que le proporciona el estado. Emanuel falleció en el acto, y Carlitos agonizó dos meses y 17 días en el hospital de Moreno.

Con la lucha de su familia organizada en Correpi, en el 2016, Manzur llegó a los banquillos de los acusados y le arrebatamos al estado una decisión unánime del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 4 de Mercedes, que lo condenó a 20 años de prisión.

Carlitos era un joven de 17 años al que su familia ya no verá llegar a su casa, con sus sueños y sus pasiones. Otro pibe más que el aparato represivo estatal truncó sus “mañanas por venir”.

¡Basta de gatillo fácil! ¡Dejen de matar a nuestros pibes!

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