El 19 de octubre de 2018 Juan Pablo Pata y Ezequiel Gorosito fueron asesinados por el teniente de la Policía Bonaerense Wilfredo Olima, en las inmediaciones de las calles Quintana y Triunvirato, en el barrio de Villa Bosch, San Martin.
De la mano de la complicidad de la justicia burguesa, que garantiza la impunidad de los represores, la causa se cerró y Olima sigue cumpliendo sus funciones.
Como siempre dicen históricxs familiares organizadxs en CORREPI, “la lucha va más allá de lo que puedan decir jueces y fiscales, porque el gatillo fácil es una política de estado”.
La familia de Juan Pablo, desde ese día, se organizó en CORREPI y pudo distinguir que el asesinato de su ser querido no es un hecho aislado, sino que es parte de una política de estado que se lleva la vida de una persona cada 21 horas. Al escuchar a sus compañerxs familiares de víctimas de la represión , se dieron cuenta que todxs eran pibxs con sueños por cumplir, arrebatados por las balas estatales. Con dolor aprendieron que hacemos justicia en las calles cada vez que levantamos las fotos de lxs pibxs y nombramos a los asesinos.
Patricia Pata, hermana de Juan Pablo, es clara a la hora de describir por qué eligen seguir luchando: “es necesario visibilizar el accionar de las fuerzas represivas del estado, cuyos responsables políticos no hacen más que legitimar y premiar con impunidad a quienes ejercen las prácticas de aniquilación sobre lxs pibxs de la clase trabajadora. Vivimos en un “estado de excepción” donde se vulneran nuestros derechos, donde el estado no escatima en invertir en represión, cuando estamos en una crisis económica profunda. No hay dinero para educación ni para salud, pero sí hay para reprimir”.
La familia Pata sigue en pie de lucha, denunciando al estado como responsable del fusilamiento de Juan Pablo, Ezequiel y las más de 6.600 personas asesinadas por el aparato represivo estatal desde 1983 hasta la fecha.
¡Juan Pablo Pata y Ezequiel Gorosito presentes!