En los últimos días, ha reflotado en los principales medios de comunicación, la discusión sobre “la inseguridad”. Los paladines de la mano dura salen a proponer falsas soluciones a problemas complejos, buscando capitalizar el enojo de la gente, y en época electoral, llevar agua para su molino. Hemos escuchado a Espert pidiendo bala al mejor estilo Ruckauf, y a Patricia Bullrich siguiendo la misma línea, reforzando la idea de que la solución al problema es profundizar las políticas represivas.
Por su parte el oficialismo, a pesar de su retórica, envía fuerzas federales a Río Negro, Rosario, refuerza el patrullaje en las estaciones de tren de AMBA y reprime las protestas de los movimientos sociales en Lomas de Zamora y Esteban Echevarría.
Sin disminuir la gravedad de estas situaciones y el problema que significan las muertes y hechos de violencia, estas propuestas niegan que el problema de la “seguridad” implica resolver necesidades como la salud, la educación, la vivienda o el trabajo. También omiten exponer algo que hemos podido aprender a lo largo de 30 años de militancia antirrepresiva: que la policía es parte del entramado que sostiene a la delincuencia -como bien lo demuestran casos como el de Luciano Arruga, asesinado por la policía por negarse a robar para ellos-, y que sus armas nunca apuntan a los verdaderos responsables del delito (muchos de los cuales gozan de absoluta impunidad), sino que se dedican a infundir el miedo, hostigar y perseguir sistemáticamente a lxs jóvenes de los barrios populares, y a lxs que luchan y se organizan. Haciendo uso de las facultades que les otorga el estado para realizar detenciones arbitrarias -que, como demuestran los números de nuestro archivo, son la principal puerta de entrada a las torturas y asesinatos en cárceles y comisarías-, integrantes de las fuerzas represivas arman causas, golpean y torturan principalmente a lxs jóvenes de barrios populares, a quienes constantemente se estigmatiza como los artífices del delito. Basta con ver algunas de las tantas consultas y denuncias que nos llegan diariamente a nuestras redes sociales, por parte de familiares desesperadxs buscando ayuda. Estos relatos muestran lo brutal y atroz del accionar de la policía a lo largo y a lo ancho del país.
A continuación citamos solo algunos ejemplos que grafican el accionar de la policía en los barrios:
El 20 de octubre recibimos una denuncia desde la localidad de Guernica (Pte. Perón), donde una docente nos contaba que una estudiante de 18 años había sido detenida sin motivo alguno y luego se le inventó una causa por un robo que nunca cometió y por lesiones a otra chica.
Ese mismo día también nos enteramos del caso de un jóven, de Ingeniero Budge, quien fue a la comisaría n° 10 de esa localidad a denunciar el robo de un celular y le armaron una causa acusándolo a él del delito. La policía lo acusa de un robo que cometió entre las 17:00 y las 17:30 del 15 de octubre, momento en el que Mariano estaba en el banco.
Unos días después, el 30 de octubre, nos llega una denuncia desde CABA contando que dos vecinos estaban en la vereda de su casa cuando, de la nada, aparece un patrullero del que bajan dos policías que lxs golpean, tiran al piso y esposan. Cuando lxs familiares salieron a ver que ocurría, la respuesta de la policía fue pegarles y amenazarlxs con sus armas. Los dos vecinos fueron injustamente detenidos porque se los acusaba de un hecho que nunca cometieron, algo que reconoció hasta la misma persona denunciante.
También desde Mendoza nos acercaron un caso en el que denunciaban que dos personas fueron detenidas por tenencia de marihuana, pero se les acusa del delito de ser una banda que comercializa, y por ello aún continúan detenidos. Familiares y amigxs, así como organizaciones cannábicas han realizado varias movilizaciones para denunciar la injusta acusación. El hecho constituye una clara muestra de cómo la policía apunta contra usuarios y cultivadores de cannabis, mientras que los verdaderos narcotraficantes gozan de la mayor impunidad y blindaje.
Otra denuncia nos llegó desde Ushuaia: un grupo de familiares que participaban de los festejos del día de muertos de la colectividad boliviana, fueron detenidos sin motivo. La policía alegó que el motivo de la detención era el “estado de ebriedad” (algo que no constituye un motivo de detención en la salida de un boliche de Palermo, pero sí en las festividades populares de las colectividades de migrantes). Uno de los detenidos relata que una mujer policía lo golpeó y se le sentó en la cabeza al entrar al patrullero, y lo fue apretando con las esposas de tal manera que le provocó moretones. En la revisión médica, estos “detalles” fueron intencionalmente omitidos. Sin duda un hecho que demuestra la selectividad de estas detenciones que apuntan contra determinados grupos y refuerzan el racismo y la xenofobia.
También el accionar de la policía apunta contra quienes se organizan para defender diversas causas, cuando estas se contraponen a los intereses de los poderes de turno. Nos llegó una denuncia desde Exaltación de la Cruz, donde una joven integrante de la agrupación Exaltación Salud y su compañero habían salido a pegar carteles para difundir una manifestación en contra de las fumigaciones a realizarse el 11 de octubre, fueron detenidxs, golpeadxs de manera brutal y amenazadxs.
Estos son tan solo algunos casos que muestran un accionar cotidiano y sistemático que se vive en los barrios populares. Por eso sostenemos que la verdadera inseguridad es la policía en la calle. Mientras se les den cada vez más facultades discrecionales a las fuerzas represivas, mayor es la escalada de violencia a la que es sometido nuestro pueblo.