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El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que tiene el mayor presupuesto en seguridad (60% más que la provincia de Buenos Aires) y el despliegue de fuerzas represivas más importante del país (unas tres veces los 300 efectivos “recomendados” por la ONU cada 100 mil habitantes), no pierde oportunidad para volver a la carga con “la necesidad” de dar curso a la utilización de las pistolas Taser por parte de las fuerzas locales.
Y sistemáticamente esto ocurre en el arranque de cada campaña electoral. La reaparición de estas iniciativas represivas en el marco de una campaña electoral confirma el recurso a la demagogia punitiva para conseguir votos. En lugar de buscar soluciones reales, apelan a la mano dura como herramienta proselitista.

  1. Toda arma es letal, porque toda arma sirve para herir o matar. Hay miles de ejemplos de supuestas armas no letales matando personas. A Carlos Fuentalba no le metieron un balazo, lo mató un cartucho de gas lacrimógeno. El 19 y 20 de diciembre de 2001 hubo muertos y muertas con balas de goma. Los bastones de madera y las tonfas también matan. Ahí están Diego Gallardo o Pablo Olivera para probarlo.
  2. Las pistolas Taser son un instrumento de tortura, son picanas portátiles a distancia. Su uso por parte de las fuerzas de seguridad en nuestro país, y con nuestra historia, es totalmente inaceptable, sin necesidad de recurrir a los informes internacionales sobre su comprobada letalidad.
  3. Llama poderosamente la atención que en este momento, con el país atravesando una de las crisis más fenomenales que en enorme medida se debe al acumulado de los cuatro años de gobierno de JxC, cuando hay hambre, cuando hay gente durmiendo en las calles, cuando los pibes y las pibas que defienden su derecho a estudiar en condiciones dignas y sus familias son perseguidas y reprimidas, cuando al pueblo le están faltando las cosas más esenciales, siga habiendo presupuesto para sofisticar aún más el aparato represivo del estado.

Ya no solo tenemos que estar discutiendo, como desde hace años, por qué está mal que maten pibxs por la espalda o por qué quienes están en situación de encierro no pueden tener, como seres humanos, condiciones básicas y dignas de vida en su contexto, sino que ahora además tenemos que volver a rebatir lo inaceptable de que, en un país donde decenas de miles de personas han sido torturadas durante distintos gobiernos de facto (y también democráticos) con herramientas eléctricas, se quieran aplicar estas armas de tortura y probada letalidad.

No se trata de que la policía no dispare y en su lugar te pueda matar de un ataque cardíaco por una descarga eléctrica. Se trata de terminar con la lógica de controlar a quienes la pasamos bajo el asesinato de nuestrxs pares con las armas del estado. Y para eso, lo principal que tenemos a mano en este estado de situación, y con lo que venimos insistiendo hace años desde CORREPI, es:

  • Prohibir la portación y uso del arma reglamentaria a todas las fuerzas fuera del horario de servicio. Allí se cometen más del 60% de los casos de gatillo fácil.
  • Eliminación del sistema de detenciones arbitrarias, tal como lo ordenó la sentencia del caso Bulacio. Esto deriva en la principal causa de muerte a manos de las fuerzas, las muertes en lugares de detención.

Estas son medidas efectivas que se podrían aplicar en un sentido estrictamente dirigido a la represión estatal. Sin embargo, en la medida que la situación social y económica de millones no cambie, como sabemos a la crisis, traerá aparejada una mayor represión. Y queda claro, en esta expresión de Horacio Rodríguez Larreta, y que es la voz de todos los dirigentes de la derecha local, que es eso lo que buscan profundizar: más ajuste, y más represión.

Rechazamos ese discurso represivo, rechazamos que situaciones que requieren otro tipo de respuestas sean usados para propagandizar más represión, repudiamos la lógica bélica de construcción del “otro” como enemigo y la promoción de su exterminio.

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