Con la experiencia de más 30 años de lucha antirrepresiva, desde CORREPI entendemos que lo más importante de cara al ballotage en puerta, es exponer el peligro al que se enfrenta el pueblo argentino ante la concreta posibilidad de un gobierno de La Libertad Avanza y su flamante alianza con Mauricio Macri. Por eso compartimos estas líneas.
Estas semanas, tras el resultado de las elecciones generales, casi todos los espacios políticos han manifestado su posición de cara a lo que viene y hemos visto idas y vueltas a partir de sus repercusiones. Como organización antirrepresiva en la que confluyen militantes y familiares de víctimas de los más diversos perfiles, orientaciones y hasta pertenencia política, con el único punto en común de la caracterización de la represión como política de Estado, no nos pronunciamos en un sentido u otro en materia electoral, pero, ante la magnitud de lo que está en juego en estos días, sentimos la necesidad de alertar sobre los enormes peligros que supone que la fórmula presidencial encabezada por Javier Milei y Victoria Villarruel llegue al poder.
Esto, por si hiciera falta aclararlo, no significa ninguna concesión a un eventual triunfo de Unión por la Patria, que nos encontrará denunciando cualquier hecho represivo desde el primer día, tal como lo hemos hecho con todos los gobiernos desde que existimos como organización. Basta, para ratificarlo, repasar cómo hemos señalado y enfrentado los avances represivos en las gestiones anteriores de Néstor y Cristina Kirchner y de la actual del Frente de Todos, del mismo modo que, con la misma objetividad, nos expresamos en apoyo de algunas pocas medidas favorables al pueblo trabajador, como la derogación de los protocolos Bullrich para la actuación policial en diciembre de 2019.
Tenemos la convicción de que, así como surgimos y actuamos para visibilizar, denunciar y organizarnos para enfrentar cualquier forma de represión en democracia, aun con todas sus imperfecciones, ese régimen democrático es necesario para continuar y profundizar la lucha por nuestros reclamos históricos. Y en estos momentos no estamos a las puertas de una opción superadora, sino más bien todo lo contrario. Es, sin dudas, un hecho político inédito, desde 1983, que un frente con posibilidad concreta y real de llegar a la presidencia plantee explícitamente privatizar derechos básicos y elementales conquistados por el pueblo como la salud y la educación; desregular la libre portación de armas; habilitar un “mercado de órganos”, hablitar “la libertad de comerciar chicxs”; dolarizar la economía en un contexto de endeudamiento e intervención en la economía del FMI; y, centralmente, amenace y ataque las conquistas laborales, las luchas por los derechos de las mujeres y el colectivo LGBTTIQ+, las reivindicaciones en materia de derechos humanos y libertades democráticas, hasta el extremo de negar nuestrxs 30.000 compañerxs detenidxs-desaparecidxs y reivindicar el genocidio y el terrorismo de estado de la última dictadura cívico-militar-eclesiástica.
Javier Milei fue el economista que más tiempo tuvo en televisión en 2018, luego de su primera aparición pública en 2016. Desde ahí, su exposición mediática solo ha ido creciendo, a la par de la gravedad de sus propuestas. En mayo de este año, en el programa “Somos Buenos” que se emite por TN, propuso solucionar “los problemas” del sistema de donación de órganos con opciones de mercado. En junio del año pasado, en una nota con Ernesto Tenembaum en Radio con vos, ya había dejado en claro que no le parece mal “vender bebés”. En ese raid mediático de los últimos años, se expresó respecto de la educación pública como un “centro de adoctrinamiento marxista” que es “parte del problema”, al cual se propone reemplazar por “un sistema de vouchers para que exista competencia entre las instituciones”. Respecto de la salud, dijo que “el mejor sistema posible es un sistema privado donde cada argentino pague por su servicio”. Todo totalmente inviable en un país con más del 40% de las personas bajo la línea de pobreza, pero totalmente coherente con su propia afirmación sobre “el derecho a morirse de hambre” que expresó en un debate con Juan Grabois.
Es fundamental que tomemos real conciencia de lo que uno de los dos posibles presidentes piensa sobre acuerdos sociales básicos de la sociedad y rompamos con la naturalización que hoy busca imponer de que los derechos que hemos conquistado en los últimos 100 años, con la sangre de miles de personas, son costos a eliminar. Y cuando hablamos de “eliminar”, es en el más absoluto sentido literal de la palabra. Porque la ideóloga de las políticas represivas que aplicará para ejecutar estas aberraciones es Victoria Villarruel, su candidata a vicepresidenta. Su prontuario, aunque con menos tiempo televisivo que Milei, también es de público conocimiento y masividad. Villarruel es histórica defensora (ideológica, pero también legal como parte del CELTIyV) de los genocidas que perpetraron secuestros, desapariciones, torturas, asesinatos, tiraron personas vivas desde aviones al Río de la Plata y secuestraron a centenares de bebés, hoy personas adultas que seguimos buscando. Es también la persona que, al inicio de la campaña, Milei anunció como la futura ejecutora del “programa de seguridad” de su eventual gobierno.
Imaginemos, si podemos, cómo sería el accionar de todas las fuerzas de seguridad nacionales a cargo de alguien que defiende las peores perversiones perpetradas por el estado en nuestra historia. Para ahorrarnos trabajo, Cecilia Pando (quien tiene una cercanía e influencia innegable dentro de quienes integran La Libertad Avanza) expresó públicamente vía Tik Tok que el próximo gobierno va a tener que tomar “medidas no gratas” ante el aumento de la “conflictividad social” que provocará su gestión, para lo cual, dijo, va a tener que dar intervención “a las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas para restablecer el orden”, motivo por el cual, para que repriman a gusto, pidió a LLA que cierre todas las causas contra genocidas y libere a los pocos que siguen detenidos. No hay unx solx habitante de nuestro país que no sepa las dolorosas e irreparables consecuencias la última vez que esto pasó.
La disputa pasa también al campo discursivo y cultural. Si estas posiciones pueden expresarse mediáticamente y su fuerza política recibe el apoyo político visto en las elecciones, aunque no sea el único o principal factor, la memoria de nuestro pueblo está en juego. Tenemos que sostenerla y evitar que la construcción hegemónica de estos sectores nos lleve puestos. Hace días nomás, Villarruel, no conforme con haber atacado a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, dijo en La Nación+, sin ponerse colorada, que “lo escuchado en los últimos 40 años en la Argentina, referido a los derechos humanos, es falso”. Similares palabras tuvo Patricia Bullrich hacia CORREPI en 2018, cuando dijo que lo que año tras año denunciamos en nuestro Informe de la Situación Represiva Nacional es “falso de toda falsedad”. No sorprende entonces la reciente alianza que sellaron Javier Milei con Patricia Bullrich y Mauricio Macri de cara al ballotage. Además de la evidente cercanía ideológica, queda claro que éste es el plan que siempre quiso llevar adelante Macri desde que constituyó su fuerza política y fue ocupando, entre 2011 y 2019, primero la jefatura del gobierno porteño y luego el gobierno nacional y algunos provinciales. Todas esas gestiones se dedicaron sistemáticamente a disputar y confrontar con cada una de las conquistas y los consensos logrados por el pueblo desde el retorno de la democracia, corriendo así la frontera de lo tolerable, y sirvió de antesala para que hoy el proyecto político que decidió apoyar sea una opción real de poder en estos términos, que expresan el mayor de los peligros hasta ahora conocidos en los últimos 40 años.
Con el apoyo de Macri y Bullrich confirmamos que todas las propuestas de Milei no son solo deseos o posibilidades, sino que son avances concretos contra todxs nosotrxs, porque lo hecho por el propio empresario durante su gestión permite advertir, a partir de las experiencias tangibles y vividas, que no hay lugar para la imaginación. Lo sufrimos en el cuerpo quienes fuimos reprimidxs sistemáticamente, quienes sufrimos el incremento del hambre, la pobreza, la indigencia y la desocupación durante su gestión, y en la ausencia de todas las víctimas del gatillo fácil, las muertes en lugares de detención, la represión a la protesta social, que convirtieron a su gobierno en el más represor desde 1983 a la fecha.
Por eso, no es tiempo de polémicas infructuosas ni pases de factura. No es tiempo de análisis alejados de la realidad que viven millones de personas todos los días. No es tiempo de neutralidad ni vacilaciones cuando el peor de los terrores es explícito y se muestra a cara descubierta frente a nosotrxs. Al fascismo, a la derecha más recalcitrante, se la denuncia, se la expone, y se la enfrenta sin titubeos, porque es nuestra propia vida lo que está en riesgo. Es tiempo de la unidad tan necesaria, difícil y reclamada durante los últimos años, de todo el campo popular, con el objetivo central e ineludible de mostrar cuáles son los enormes peligros a los que nos enfrentamos.