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El 21 de diciembre de 2016, en la esquina de Carlos Calvo y avenida Jujuy, el sargento de la PFA Sergio Damián Lucero le disparó en la cabeza a un joven que ya estaba con las manos levantadas. El muchacho, en coma, fue internado como NN en el hospital Ramos Mejía. La noticia del fusilamiento circuló en algunos pocos medios como “el pibe de San Cristóbal”. Nos acercamos al hospital, donde comprobamos que no había familiares que lo acompañaran, por lo que emprendimos la tarea de averiguar su nombre y localizar a su familia.

Nos llevó una semana identificarlo como Álvaro Nicolás Soriano. En el padrón electoral encontramos un domicilio en Virreyes, y allí fueron militantes de CORREPI. Era la casa de su hermana Flavia. Ella y su madre ignoraban que Nicolás estaba herido e internado. Habían recibido la visita de la policía provincial el 22 de diciembre, pero le dijeron que había sido detenido, y que debía esperar que le avisaran dónde sería alojado para poder visitarlo.

Inmediatamente acompañamos a Flavia y su mamá hasta el hospital. Nico dejó de ser un NN rodeado de policías y pudo recibir el amor de su familia hasta que falleció, sin haber recuperado nunca la conciencia, el 9 de febrero de 2017.

Con firme decisión, las compañeras se abocaron a dar pelea, en tribunales y en las calles, organizadas en CORREPI. En pleno auge del estado de excepción impuesto por el gobierno macrista, el policía Lucero, a pesar de nuestros esfuerzos, fue prontamente sobreseído con el argumento de siempre, la legítima defensa.

Conscientes de que el gatillo fácil es respondía a una política de estado dirigida a imponer el control social, la lucha sigue, y hoy, a tres años de su fallecimiento, lo recordamos y nombramos con ese nombre que quisieron ocultar.

Por Nico y por todos lxs asesinadxs por el aparato represivo estatal seguiremos gritando:

BASTA DE GATILLO FÁCIL
CONTRA LA REPRESIÓN: ORGANIZACIÓN Y LUCHA
NICOLAS SORIANO ¡PRESENTE!

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