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Sergio tenía 17 años cuando, el 6 de agosto de 1992, fue detenido por “averiguación de antecedentes” y trasladado a la Comisaría 1ª de Morón, de donde salió moribundo 12 horas después. Llegó muerto al hospital. En la primera autopsia, el forense dijo que había fallecido por “una intoxicación por sustancias que hubiere ingerido”. No había ningún análisis químico que avalara esa hipótesis, y en el informe no se hacía referencia al origen traumático de varias lesiones que presentaba el cuerpo.

Los familiares de Sergio organizadxs en CORREPI, comenzaron un largo peregrinaje que incluyó marchas, escraches y hasta una huelga de hambre frente al juzgado de Morón. Finalmente lograron arrancar una nueva autopsia, que determinó que la víctima había sido torturada durante más de ocho horas. La muerte, decía el nuevo informe, se produjo por un “un mecanismo reflejo que causó un paro cardio-respiratorio”. En otras palabras: Sergio murió de dolor.

Hasta la presentación del informe anátomo-patológico sólo estaba detenido el subinspector Jorge Ramón Fernández, quien antes de las torturas había sacado a Sergio de la celda diciéndole “Vení pibe, que ya te vas”. Cercado, Fernández acusó a cuatro de sus compañeros por las torturas: el subcomisario Miguel Angel Rojido, el cabo Raúl Rodolfo Gastelú, el oficial Luis Alberto Farese y el cabo Hugo Nicolosi.

Ante la inacción estatal, CORREPI y la familia de Sergio se cargó al hombro la búsqueda de los cuatro acusados prófugos. Fernández y Nicolosi fueron condenados a cadena perpetua. Luego de varias fugas con connivencia policial, Rojido, Gastelú y Farese fueron capturados. Sin embargo, solo Gastelú fue condenado también a perpetua. ¿Por qué? Rojido y Farese volvieron a fugarse.
Hoy Jorge Ramón Fernández está libre. El 16 de diciembre de 2003, al cumplirse diez años de su detención, la Sala Segunda de la Cámara de Apelaciones y Garantías de Morón le concedió la excarcelación. . Nicolosi y Gastelú, los otros dos condenados, también salieron en libertad hace rato. Y a los prófugos Miguel Angel Rojido y Luis Alberto Farese los seguimos buscando.

Hoy esa lucha la seguimos construyendo, saliendo todos los días a pelear contra la represión estatal, mientras levantamos la foto y el recuerdo de Sergio y homenajeamos a Olga de la mejor manera posible: No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos. Luchamos.

Si ves a Rojido y a Farese, no avises a la policía, ni a los jueces. ¡Avisale a CORREPI!

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