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¿Cómo ocurre que dos pibes que esperaban a un amigo un sábado por la mañana terminen cagados a palos y expuestos a disparos de la reglamentaria de la bonaerense? Y, hay que preguntarle al policía Jorge Rodríguez.

El sábado 18 por la mañana, en el barrio Villa Nueva, dos adolescentes de 15 y 17 años fueron increpados por este miembro de la bonaerense. Como es costumbre, la prepotencia y la violencia no se limitan al momento del uniforme: llegando a su casa, vestido de civil, empezó a patotear a los jóvenes. En un momento dado empiezan los golpes. No uno: muchos, con la saña de la prepotencia. Los golpeó hasta tirarlos al piso, los siguió golpeando en el suelo, los arrastró hasta una zanja donde los siguió golpeando, sacó la cadena de la moto y siguió. Jorge Rodríguez sacó la reglamentaria y disparó, dando contra la pared de una vivienda cercana.

Para el momento en que los vecinos se acercaron, cuando alguno de los gritos que pegaron se hicieron lugar, uno de los chicos tenía los dedos de una mano rotos y el otro tuvo que ser enviado de urgencia al hospital. El pibe finalmente pudo volver a su casa, pero durante su interación recibió la “visita” de un compañero de Rodríguez al hospital para amenazarlo: “si mi amigo no zafa podés darte por desaparecido”.

Esto no fue una pelea, ni tampoco una casualidad: son dos pibes que esperaban a su amigo un sábado por la mañana que terminaron molidos a golpes por un policía de civil, tirados en una zanja. ¿Se entiende? ¿Hace falta decir algo más? ¿Alguien necesita alguna aclaración? Dos pibes de 15 y 17 años; hay que tener cara de piedra para pedir más explicaciones que esa, para preguntar qué estaban haciendo. Porque, ante todo, no es una excepción sino una práctica sistemática de la represión policial.

Pero, esta vez, al menos, la impunidad no viene ganando: como contamos en nuestra nota anterior, gracias a distintos testimonios Jorge Rodríguez fue apartado de su cargo, a pedido de la fiscal. Desde el 23 de este mes está detenido y estará en prisión preventiva hasta la fecha de su juicio. Y por eso, las amenazas no paran de llegar. Ya en el hospital y ahora en la casa llegan la policía amedrenta a la familia que pudo denunciar y a los testigos dispuestos a declarar. Es importante ver que nada de esto es un caso aislado, y poder hacerlo visible es lo que hizo posible que la causa se caratule como homicidio agravado en grado de tentativa por la pertenencia a la fuerza policial.

Porque es con la reglamentaria en el cinturón que esto sucede. Es con esa prepotencia policial que, aun sin el uniforme, la violencia represiva se descarga contra lxs pibxs del barrio. Porque es siempre la policía la que mata, y son siempre lxs pibxs del barrio los que mueren por el gatillo fácil. Eso tampoco es una casualidad. Casualidad es pinchar la rueda de la bici, no que un policía vestido de civil te pegue con la cadena de la moto y te deje internado.

¡Justicia por Alan!

¡Fuera la policía de nuestros barrios!

¡No es un policía, es toda la institución!

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