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Hace tres semanas el Tribunal Criminal nº 10 de Lomas de Zamora dio inicio al juicio oral contra el policía bonaerense Rodolfo Leonardo Díaz, que en junio de 2014 mató a Pablo Olivera a la salida de un boliche en Lanús. En las primeras dos jornadas quedó probado que el hermano y el tío de Pablo fueron agredidos por policías, y como él intentó defenderlos, los salieron a perseguir. Uno de ellos, al darle alcance, le descargó un golpe con su bastón Tonfa en la cabeza, que le causó la muerte después de dos días de agonía en el Hospital Evita.

En el alegato final, CORREPI pidió que se condene al policía a prisión perpetua por el delito de homicidio agravado por su función como miembro de una fuerza de seguridad. Díaz no sólo es policía. Mató a Pablo cuando vestía su uniforme, estaba de servicio y usó la Tonfa que forma parte de su equipamiento reglamentario.

A pesar de tan clara situación, el fiscal Jorge Bettini Sasoni se negó a agravar su acusación por la condición de policía del asesino, y definió el hecho como un homicidio simple, es decir, como si se tratara de un civil cualquiera que mata a otro. El argumento pretendido es que no usó un arma de fuego, como si de eso, y no de que fuera un crimen cometido en el marco de la actuación policial, dependiera el agravante. Para matizar el escándalo, al menos requirió la pena máxima posible, 25 años de prisión.

El jueves pasado se realizó una nueva audiencia, en la que el acusado podría decir sus palabras finales al tribunal antes que éste diera a conocer el veredicto. De manera escandalosa, después de que Díaz hablara unos pocos segundos sin siquiera disculparse, debimos esperar varias horas en el edificio, hasta que se nos informó que se suspendía la jornada, y la sentencia, en lugar de ser leída en audiencia ante la familia, será notificada por cédula electrónica el miércoles 12 de mayo.

Los jueces José Ignacio Polizza, Susana Mabel Silvestrini y Daniel Julio Mazzini no tuvieron empacho en hacernos concurrir personalmente para escuchar las excusas del policía, pero nos privan de presenciar la lectura del veredicto.

Como durante las jornadas del juicio, estaremos en la puerta del edificio, con todos los cuidados necesarios en la emergencia sanitaria, para exigir justicia para Pablo y cárcel perpetua y efectiva para el asesino.

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